sábado, 4 de mayo de 2013

Me da miedo, ¿sabes?, eso de que un día te des cuenta de que tal vez no soy tan especial como crees que soy, ni tan guapa, ni tan tierna, ni dulce, ni nada. Que te des cuenta de que tan solo soy un revoltijo de sentimientos e inseguridades metidos en un cuerpo que ni el más bonito, ni el más esbelto, ni el más espectacular, ni el más original.

Que un día despiertes y veas que el color de mis ojos no es nada del otro mundo, o que mi pelo no es el más suave, ni el más brillante, ni el más sedoso. Que descubras que el timbre de mi voz no está ni por encima ni por debajo de lo normal, que es solo uno entre tantos.

Me aterra pensar que al abrir los ojos ya no veas lo que un día te gustó tanto de mi; y dime, ¿qué fue? ¿Qué fue aquello que tanto te gustó, que te hizo fijarte y darte cuenta de que en ese momento no me podías dejar escapar? Dímelo, e intentaré conservarlo por siempre, para conservarte a ti también. Y es que, ¿qué pasaría si, dentro de unos años, todo eso que te gustó de mi ha terminado machacado por el tiempo? ¿Qué hago yo si se va gastando lo que sientes a la par que se va terminando esa 'belleza' que tanto te enamoró? ¿Me querrás igual?

viernes, 22 de marzo de 2013

Hoy he estado pensando en sus manos. Cosa extraña, ¿verdad? Echar de menos las manos de alguien... Cualquiera diría que se trata de locura, pero no. No es locura, es añoranza.
Añoro su mano agarrando la mía, guiándola hasta sus labios para impregnarla de dulces y tiernos besos. Añoro el modo en el que me aferraba a él cogiéndome de las caderas al besarme. Cómo se revolvía el brillante pelo al estar inquieto, o como me apartaba el mio de la cara cuando un vergonzoso mechón se interponía entre sus ardientes y posesivos ojos y los míos. Añoro cuando recorría con su dedo índice mi oreja, bajando por la barbilla, el cuello y el escote, hasta el vientre, y cómo volvía a hacer ese recorrido durante horas. Sus manos eran como mi cuna, mi fortaleza, allí donde nadie, absolutamente nadie podía herirme.
Añoro como me elevaban hasta la cima del mundo, llenándome de éxtasis y deseo, hasta que explotaba en mil añicos a su merced, como conseguía entrecortar mi respiración sólo con tocarme, acelerando mi pulso y parando el mundo de ahí fuera. Añoro la forma en que me reconstruía a base de caricias siempre que me derrumbaba sin fuerzas ni ganas de seguir luchando. Si, sin duda alguna sus manos eran mis protectoras, mi castillo lleno de guardias armados con un gran foso a los pies, mi propia valla electrificada, la cual nadie podía atravesar para hacerme daño. Nadie..., excepto él.

martes, 12 de marzo de 2013

Y nada más abrir los ojos es como si el sol brillase más para verla sonreír. Me encanta como, cada mañana, se despereza en la cama, frotándose los ojos y gimiendo levemente, cómo se revuelve enfurruñada y por fin cede, incorporándose para mirar por la ventana, acariciando su oscuro y rebelde pelo.
Y ahí estoy yo, como cada mañana, en el umbral de la puerta, observando ese maravilloso espectáculo por el cual, cualquier persona cuerda, pagaría por ver. Y como siempre, se me entrecorta la respiración y se me queda cara de tonto cuando sus ojos chocan con mi mirada.
-Buenos días, amor.- su voz suena por toda la habitación, suave como la seda, cargando cada partícula de amor y nerviosismo, llenando mis oídos y produciéndome un dulce escalofrío que recorre mi espalda. Joder, ¿cómo coño consigue provocar todo eso?
-¡Buenos días!- se contesta a sí misma en tono burlón, viendo que yo sigo pasmado en la puerta. Sonrío. Qué suerte tengo de haberla encontrado.
-Hola,- mascullo al fin, sentándome en el hueco que dejaba libre a su lado. -¿qué tal has dormido?
-¿Por qué siempre te levantas tan pronto?- me interrumpe, poniéndose algo más seria.
-Me agobia estar en la cama sin poder dormir, prefiero levantarme y entretenerme con cualquier cosa.
Sus enormes ojos se desvían a mi boca mientras respondo, y los míos se entretienen recorriendo cada centímetro de su cara. Dios, ¿quién no se perdería horas y horas en esos profundos y espectaculares ojos?
-He dormido muy bien, ¿y tú?- contesta, sonriendo y entrelazando sus manos a mi cuello. Mh, qué bien huele... Me inclino un poco y la beso. Fuerte, con todas mis ganas. Beso a la mujer de mi vida, a la única a quien podría besar. A la que más quiero, a la única que amo. Y ella sonríe bajo mi beso, pero yo no paro. Me acerco más, aferrándome a ella, haciendo que una discreta risa resuene por toda la habitación, despejando y llenándolo todo de color. Consiguiendo que el claro cielo azul de mayo envidie la belleza que una simple mortal consigue desprender en tan solo una carcajada.
-He dormido bien.- digo sonriendo pegado a sus labios. Y ojalá siga durmiendo así de bien el resto de mis días. Contigo.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Levanté la vista para enfrentarme a la gélida mirada, capaz de arrebatarle el aliento a cualquiera, que se interponía ante mi.
-Te quiero.-consiguí pronunciar por fin. Esas dos palabras que después de tantas noches rondando por mi cabeza, inquietándome, recordandome cada una de las promesas que un día llegamos a hacernos , por fin expuestas en el aire.
Los diez centímetros que me separaban de sus labios parecían mil kilómetros bajo la mirada tensa y vacía con la que me observaba.
-Me abandonaste- dijo por fin, como si esa frase le hubiese costado la vida para pronunciarla.- , me dejaste en el momento en el que más te necesitaba. Era vulnerable sin ti, y lo sabías perfectamente, y aun asi...- suspira- aun sabiendolo te fuiste.
Sentí como al decirlo, todo en mi interior se encojió. De parecer infranqueable, pasó a ser tan frágil como fino cristal. Aún no comprendo cómo soporto hacerle daño a alguien como él.
-Por que lo sabía he vuelto- consigo decir al fin, sin controlar el entusiasmo con el que lo pronuncio- . He vuelto, estoy aquí contigo, y lo siento,- cojo su mano entre las mías y me la acerco suavemente a los labios para besarla. Dios, echaba tánto de menos el calor que desprende su cuerpo... - Siento todo lo que ha pasado. Yo también soy vulnerable sin ti, me despertaba cada mañana y se me derrumbaba el mundo al no verte a mi lado. Lloraba desde que llegaba de clase hasta que por fin conseguía dormirme, sabiendo que eso no iba a acercarme a ti. Echaba de menos tus manos, tus brazos, tu pelo, tus ojos buscando los mios, tu protección, todo.- Consigo pronunciar la última sílaba casi sin aliento, y al recuperarlo, me acerco ignorando su sobresalto y le beso la comisura derecha de la boca. - Cuando me fui, todo mi corazón se quedó aqui, contigo. Lo único que quedaba eran lágrimas, arrepentimiento y mocos. Lo siento, oh, lo siento tantísimo...- al ecuchar estas palabras, noto como su mirada se tranquiliza.- Te dije que siempre te querría, y lo sigo haciendo. -consigo pronunciar al fin en un susurro. Al instante, noto cómo si todo su cuerpo se destensase, y como me mira aliviado.
Inesperadamente, se inclina y me besa. El beso más apasionado, profundo, lleno de deseo, dolor, arrepentimiento y añoranza, que jamás me han dado.
-No vuelvas a hacerme algo así nunca, creí que moría al verte salir por la puerta...- me susurra con su frente pegada a la mía. Dios, estoy completamente enamorada de este hombre, le quiero, ¡le amo! Nunca, nunca más te dejaré, ni siquiera sería capaz, yo también creí que moría al irme, nunca, nunca más nos haré pasar por esto, te lo prometo. Y le vuelvo a besar, dejando que todos esos sentimientos se liberen con mis labios, cómo si fuese la ultima vez que fuese a besarle...

martes, 5 de febrero de 2013

Como siempre, yo y mi manía de enamorarme de casos perdidos. Duelen esas llamadas jamás recibidas, esas despedidas no pronunciadas, esos 'te quiero' que tan verdaderos parecían. Duele también cada una de las veces que creí haberte encontrado. Todas las veces que me dispuse a amar por siempre, pero me hundieron al intentarlo.

Pero aún así, después de cada lágrima que derramé por aquellos que creí que eras, te sigo esperando. Todos los días, a cada hora, espero un mensaje, una llamada, una mirada, una ráfaga de viento, cualquier señal que me lleve a estar más cerca de ti. A acariciar tu nuca, a escuchar tu voz, a besar tus manos, a soñarte. Sueños en los cuales tú y yo seremos los dueños, encaprichados con el mundo.

Espero tu olor en mi ropa, tus brazos rodeándome, tu sonrisa a dos milímetros de la mía, nuestra canción, nuestro ' por siempre, y más', nuestro lugar especial, las noches pensando en ti, tus sudaderas en mi cama, tus abrazos cogiéndome por la cintura, tu mirada buscando la mia.

Y cada día moriré más de las ganas de decirte lo mucho que eres para mí, todo lo que te necesito a mi lado, como significas más que un mundo entero. Y hasta el día que te diga todo esto, prometo esperarte, y no rendirme en buscarte por las calles de cada ciudad, buscando con ansia esos ojos que me busquen a mi.

domingo, 20 de enero de 2013

HÉROE.

Depender. No saber qué hacer. Elegir no hacer nada, y ver la vida pasar tranquilamente sin problema alguno. Ser indiferente, a los demás, a la situación, al mundo de fuera, a ti misma.

Sola. Vacía. Para algunos, feliz.

Para mi no. Echo de menos esos besos en la nuca que provocan escalofríos, pasarme el día pensando en ese alguien, en su voz, en su sonrisa, echo de menos su olor en mi ropa, esa canción que me hiciera acordarme de él, todas las llamadas, miradas, susurros, abrazos... Echo de menos que alguien me eche de menos.

Alguien que me quiera, que tenga miedo de perderme, que me enamore de la misma manera que yo querré enamorarle, que me necesite día a día a su lado, para aprender, para crecer juntos. Alguien que me llore, que sea de verdad y para siempre, que solo vea un futuro conmigo. Alguien que dependa tanto de mi como yo de él, que no tenga que temer del daño que puede llegar a hacerme.

Pero esta es mi historia, y yo soy la heroína. Y por mucho que no necesito que me salven, todo superhéroe tiene su debilidad, y la mía, es esta.

martes, 8 de enero de 2013

Imán.

Paseaba por aquel jardín buscando aún el brillo de los ojos que un día simularon brillar más que el mismo sol. Buscaba su sonrisa traviesa entre los árboles, el sonido de su voz camuflado con el rumor del viento, y el tacto de sus dedos entre las caricias de la luz que calentaba los huesos en las fías mañanas de noviembre. Cinco meses hacía desde la última vez que agarró su mano al pasear. Cinco meses que le parecieron una vida sin sus besos al despertar, o el olor de su pelo en la ropa, o el calor de sus abrazos en los días de frío. Y al igual que llegó sin aviso, sencillamente, desapareció, dejando en su recuerdo mil tardes planeando la vida que algún día llegarían a vivir juntos. 'Es mejor así'. Las palabras más dolorosas dichas por los labios más dulces del planeta. Y aún recuerda esa tarde de septiembre, hace poco más de un año, en la que sus caminos, por casualidades de la vida, fueron a chocar en aquel mismo parque. El mismo que guardaba en secreto todos los besos, caricias y promesas susurradas a escondidas entre sus bancos, senderos y árboles. Único testigo de todos los 'te quiero' y de aquel 'adiós' que partió todos los esquemas. Volvía a pasear por ahí siempre que la echaba demasiado de menos, con la esperanza de que con suerte, ella hiciese lo mismo. Volver le recordaba al calor de su aliento después de cada beso. Caminaba envidiando las sonrisas de aquellos enamorados que se encontraban, o paseaban pegados resguardándose del frío entre risas de complicidad, como si lo único valioso de la vida fuese ese momento. Envidiaba también a aquellas personas que, aún paseando solas, sonreían al mundo. Y él, que a pesar de los muchos recuerdos que se escondían entre las copas de los árboles, capaces de derrumbar a cualquiera, se sentía atraído como un imán a los colores de sus hojas, al tacto de sus cortezas, al movimiento con el que las ramas acompañaban al viento, y a las caricias del sol que calentaba la mañana, a todo aquello que disfrutaba mientras ella le agarraba de las manos.

martes, 1 de enero de 2013

Hoy vengo a pedir.

Hoy pido por ti, por tu sonrisa, por que alguien sea tan feliz como era yo al verla cada día. Pido por tus ojos, y por la afortunada que consiga conquistarlos como yo conseguí alguna vez. Por tus caricias, tus besos, tus palabras y tus silencios; por todas y cada una de las células de tu cuerpo que permiten que sigas con tu vida a día de hoy. Hoy pido por mi, por cada una de las lágrimas que dejé escapar, por todos los lugares que, sin quererlo, me hacen pensar en ti. Pido fuerzas que me ayuden a olvidarte poco a poco, que cada día me cueste menos sonreír y más pensarte. Pido haber aprendido de todo esto, encontrar a aquel que de verdad me quiera por siempre, que me cuide todos los días, y se enamore de nuevo siempre que me vea. Pido paciencia para poder esperarle sin prisa, recuperarme a mí misma, tal y como era antes de ti. Pido que, la próxima vez que valore la vida de alguien más que la mía, no se aproveche tanto de mi dependencia como tú hiciste.