martes, 12 de marzo de 2013

Y nada más abrir los ojos es como si el sol brillase más para verla sonreír. Me encanta como, cada mañana, se despereza en la cama, frotándose los ojos y gimiendo levemente, cómo se revuelve enfurruñada y por fin cede, incorporándose para mirar por la ventana, acariciando su oscuro y rebelde pelo.
Y ahí estoy yo, como cada mañana, en el umbral de la puerta, observando ese maravilloso espectáculo por el cual, cualquier persona cuerda, pagaría por ver. Y como siempre, se me entrecorta la respiración y se me queda cara de tonto cuando sus ojos chocan con mi mirada.
-Buenos días, amor.- su voz suena por toda la habitación, suave como la seda, cargando cada partícula de amor y nerviosismo, llenando mis oídos y produciéndome un dulce escalofrío que recorre mi espalda. Joder, ¿cómo coño consigue provocar todo eso?
-¡Buenos días!- se contesta a sí misma en tono burlón, viendo que yo sigo pasmado en la puerta. Sonrío. Qué suerte tengo de haberla encontrado.
-Hola,- mascullo al fin, sentándome en el hueco que dejaba libre a su lado. -¿qué tal has dormido?
-¿Por qué siempre te levantas tan pronto?- me interrumpe, poniéndose algo más seria.
-Me agobia estar en la cama sin poder dormir, prefiero levantarme y entretenerme con cualquier cosa.
Sus enormes ojos se desvían a mi boca mientras respondo, y los míos se entretienen recorriendo cada centímetro de su cara. Dios, ¿quién no se perdería horas y horas en esos profundos y espectaculares ojos?
-He dormido muy bien, ¿y tú?- contesta, sonriendo y entrelazando sus manos a mi cuello. Mh, qué bien huele... Me inclino un poco y la beso. Fuerte, con todas mis ganas. Beso a la mujer de mi vida, a la única a quien podría besar. A la que más quiero, a la única que amo. Y ella sonríe bajo mi beso, pero yo no paro. Me acerco más, aferrándome a ella, haciendo que una discreta risa resuene por toda la habitación, despejando y llenándolo todo de color. Consiguiendo que el claro cielo azul de mayo envidie la belleza que una simple mortal consigue desprender en tan solo una carcajada.
-He dormido bien.- digo sonriendo pegado a sus labios. Y ojalá siga durmiendo así de bien el resto de mis días. Contigo.

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